El mundo aparenta caerse a pedazos en nuestros ojos, parece que de todos los tiempos todas las grietas y todos los daños se conjugan en un maremágnum holístico.
El clima cambiando más y más, los mercados en decadencia y la humanidad corroída desde sus más profundas raíces muestran solo un camino posible, la profecía maya, la propuesta y promesa de no tocar fondo.
En la última década he personalmente presenciado atrocidades que como escritor sombrío puedo considerar estimulantes, pero, que en contrario como ser humano, me hacen temer, me dan deseos de llorar y más que cualquier otra cosa, inundan de oscuridad el alma.
Aun así, el mensaje de contrario a lo que pareciera, no es momento de pánico o de movimientos apocalípticos, en contrario, es momento de renaceres, de proyectos, de abandonar el negativismo, de rescatar la humanidad de el primer y verdadero oscurantismo de nuestra especie.
Hoy, enfrentamos, desde mi perspectiva, tres plagas, cada una de ellas auto creado, auto estimulada, y por tanto, dependiente de sus creadores, y lamentablemente, todas venidas de una sola raíz común.
La primera, el mercado, cuya prometida mano invisible no se dejo obrar y fue encadenada por políticos corruptos, siguiendo intereses banales, persiguiendo el poder por el poder; una plaga en la cual se llenan de moho los valores que dieron origen al mercado y se desdibujan los valores ontológicos del proteccionismo como medida para contener la crueldad de la evolución.
La segunda, la moral, la caída de los conceptos devino en una moral rota, maleable y que se acomoda como aire a la forma de las cosas, la moral, defendida por los espiritualistas, se desdibujo, cayo mortificada y abatida cuando sus defensores decidieron cruzar las fronteras del bien y el mal, cuando quienes profesan defenderla se contradicen, la moral, se volvió una palabra más, como trashumancia o inmarcesibilidad, a saber, fonemas caducos reservados a quienes se interesan en resucitar mejores tiempos.
La tercera, la desidia, la falta de amor que se encuentra en cada esquina, el olvido del prójimo con un ser humano viviente, valioso, la pérdida de valor del ser humano, de sus ideales, de su fuero interno, el no preocuparse por persona otra que uno mismo.
Todo esto, devenido de un fenómeno que creímos bueno, devenido de la falta de rigurosidad del lenguaje, dela des conceptualización del actuar, es decir, no conocemos los conceptos de los cuales hablamos, y por tanto, tenemos un lenguaje vacío, sin destinatario, actuamos pretendiendo responder a ideas, mas, lamentablemente esas ideas son vacías , conduciendo a actuares absurdos y sin verdadero norte, y confundiendo las mentes de unos y otros, señores, el dinero es un medio de cambio, no un bien en sí mismo, y su valor no está en el cúmulo, sino en su transformación en bienes útiles, el dinero, es una herramienta, ni un fin.
Al no saber el significado de las cosas, perdemos el valor de las mismas, y resultamos náufragos de una tempestad de información y ruido inconducentes, incongruentes y peor aun inservibles, palabras que son ruido y respiración que solo agita el viento, todo es inmediato, todo está servido, pero nada presta servicio, porque de que sirve decir cambio, cuando se hace pretendiendo usar los mismos ingredientes y formulas, de que sirve preocuparse por el resultado si seguimos haciendo lo mismo, de que sirve abrir la boca para decir nada.
Ahora, caótico, desalentador, dramático y cierto. Pero no por ello irreversible, hoy, desde este pequeño espacio de comunicación, los invito a rescatar el lenguaje, a conocer el significado de lo que decimos, a utilizar las palabras en su sentido para decir verdades, a dejar a un lado todas esas ideas de desunión, a ser una raza, una humanidad, y por tal, salir conjuntamente del problema al que hemos llegado.
Quiero invitar a cada uno de los que lea, a que cambiemos solo eso, la comunicación, digamos verdades, llenemos nuestra vida de conceptos y por tanto actuemos conforme, rescatemos la humanidad desde su raíz, desde cada humano.
Simple y profundo, vivamos una vida conceptualmente coherente, y todas esas estructuras que creamos y que hoy parecen caer, revivirán, simplemente aplicando los conceptos que les dieron origen.
Ayuden a sus vecinos, pero más aun ayudemos a los desconocidos, por el concepto, y vivamos cada concepto en el que decimos creer, proyectémonos al actuar, y expliquémonos al hablar.
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Somos enfermedad y cura de un mal que creamos y cargamos con los siglos. Somos el miedo y la profecía de nuestros actos deshumanizados. Hemos realizado una labor alienante de nuestra propia existencia que nos ha catapultado a esta absurda realidad donde pretendemos escapar con soluciones tangenciales de aquellos problemas inverosímiles que llevamos a cuestas. Aquellas 3 plagas de las que haces mención no son más que la verdad del mundo actual, donde la sonrisa es luz en penumbra del miedo y de expectativa por el mañana. Estamos condenados a una transformación, el precio de ésta se contempla en los textos escritos por sabios antiguos y su eficacia depende de las decisiones que tomemos en este instante crucial de nuestra historia. Solo nosotros somos capaces de darle un nuevo rumbo a nuestras esperanzas y construir aquella sociedad vanguardista, equitativa, futurista, ecológica y pacifica en donde todos seamos uno solo, sin discriminación ni odios que repercutan en pasado pisado y deshecho. ¡Que se haga tu voluntad, oh miserable destino! que plasmado en tu lienzo están nuestros días contados.
ResponderEliminarMe gusta tu punto de vista, muy buena entrada. Abrazo.