miércoles, 5 de mayo de 2010

Cómo superar la crisis económica y cómo adquirir votos en el mercado politico.

Comprendo que muchos encontrarán osado y algunos pretencioso el presente, pero los invito a leerlo, a analizarlo y claro a darme los comentarios del caso si así lo quieren.

En nuestros días y con los movimientos actuales de mercados comerciales y políticos, tenemos millones de razones para el fracaso y estudiamos el éxito en niveles superficiales.
Pretendo en el presente basado en la teoría de los sistemas de niklas Luhmann, indicar como perdimos el horizonte durante las últimas tres décadas del pasado siglo, y desde ese punto subsecuentemente vinieron el fracaso comercial y financiero, con la crisis económica mundial y el fracaso político, con el voto programático y la presentación de programas de diez puntos.
Primero, regresare a la estructura básica del cerebro, pues soy un absoluto convencido de los lineamientos propuestos por el profesor George Witheite en términos de investigación científica basada en simplicidad, definición y alcance de la misma.

Para explicar el cerebro, científicos y biólogos han seguido, con lógica impresionante, la estructura física del mismo, a saber, tres diferentes capas el núcleo encargado del comportamiento y creencias, la sub sección nuclear destinada a emociones y sentimientos, y la más novedosa, la neo corteza, encargada del lenguaje y de las decisiones analíticas, lo cual nos lleva directamente a entender que tomamos decisiones en tres niveles, lo que necesitamos, lo que sentimos y en aquello que creemos.

Por lo mismo, siguiendo las leyes de los mercados, se decidió que los mismos deben ser lineados por la estructura racional, es decir, indicar que necesitamos, y en esos términos se oriento un sistema financiero y de marketing basado en decisiones racionales tomadas en conformidad con necesidades insatisfechas.

Suena extremadamente coherente en el mundo moderno, pero, a mi juicio e inspirado en algunos ejemplos que citaré más adelante, resulta extremadamente ineficiente, costoso y complejo.

Bajo esta estructura de necesidad, las empresas se comunican con aliados y clientes fundamentalmente en dos niveles, racionalmente enunciando el producto que se tiene, y en términos sentimentales generando una diferencia, es decir respondiendo a las preguntas que vendemos y como lo hacemos.

Lastimosamente los mercados han sido corrompidos por este concepto, y dado el mismo, han fallado.

Sostener tan tajante afirmación para una persona sin formación extensa en economía, resulta por demás pretencioso, mas, explicare la razón en términos inteligibles a mi lenguaje como no-economista.

Simplemente, se perdió un elemento dentro del recorrido de generar canales de comunicación más eficientes, y al mismo tiempo, se estimo como cierto un camino de comunicación que no responde a la naturaleza, y es más que bien sabido que oponerse a la naturaleza resulta en fracaso de una forma u otra.

Esta definición tiene su base en la insuperada disputa entre ciencia y religión, en la básica idea de incompatibilidad entre creencias e investigación científica, en la idea de aquella persona con un sueño, no puede ser tomada como inventor científico, dada la división artificial que hemos hecho de nuestro comportamiento entre creer y racionar, entre motivación y acción.

Me permito para explicar la artificialidad del concepto, regresar a mis lecciones de derecho criminal en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá con el maestro Bernardo Gaitán Maecha, en términos del “iter criminis”, o camino del crimen: el camino mental del crimen se describe entre los imaginarios, o razones o planeamientos puramente mentales (basados en creencias y sentimientos), los actos preparativos, basados en expresiones y acciones en desarrollo de la posibilidad de actuar, y la acción propiamente dicha, en terminas de la expresión racional de los actos mentales, sumados a los actos preparativos, que terminan en un actuar, lo cual en teoría del comportamiento, así como en biología, corresponden en un todo con la estructura del cerebro y con la normalidad de la toma de decisiones.

El comportamiento, está orientado por creencias, por una razón ontológica que determina el por qué motivo hacemos lo que hacemos, de la misma forma que el circulo de oro, responde a tres niveles, por qué, cómo y qué.

Expresado lo anterior, retomo mi explicación sobre la falla de los mercados, los desarrollos actuales, y pueden ser vistos por medio de las líneas de comunicación en marketing y en desarrollo mediático, están basados en vender a quienes necesitan el producto y hacerlo mostrando los valores agregados frente a la competencia o a los disponibles en el mercado.

Tomo como ejemplo, más ahora que es la moda, dos compañías exitosas, Apple y Micrisoft, el primero, líder mundial del mercado y el segundo uno de los paradigmas de éxito universal, para explicar, que el segundo, pese a ser un paradigma, aun debe cargar el peso de haber fallado en un producto en el que debió ser exitoso, y dado eso, perdió un segmento de mercado que dominaba.

Mientras Microsoft presento el Zune como un reproductor MP3 sin éxito alguno, Apple domina el mercado del dichos reproductores con un producto que no es innovador, pues fue producido por Dell y Creative con anterioridad, en un área en la que no es reconocido miembro del mercado, pues el sonido ha venido siendo dominado por Sony, Panasonic y otros, y con un producto cuyo éxito rompe el esquema de mercado, al decirse que fue un éxito instantáneo, sin que resultara en un bum momentáneo.

La diferencia es básica, o como me referirme en primeros momentos simple, Apple se comunica con el público y potenciales clientes en términos de el círculo de oro, o de biología del cerebro en tres niveles y lo hace en el orden correcto.

Apple parte de porque lo hacemos, luego indica la diferencia en calidad y diseño (así sea imaginaria), y termina indicando el producto, es decir, responde a explicar una creencia o valor ontológico, luego determina un sentimiento, mediante el valor agregado del producto, y luego busca la racionalidad, es decir, por último, indica qúe producto ofrece, incitando así que las personas que compran un Apple no lo hacen porque necesitan un reproductor MP3, no lo hacen por considerar que Apple produce mejor elementos de audio que los competidores, lo hace porque cree firmemente en IPod, porque cuando compra un Ipod, se siente especial, sin importar cuantos más tengan el mismo, cree y por tanto actúa, los clientes no compran el producto a la venta, están comprando identificación compran la creencia de en por qué este elemento es producido.

Este simple ejemplo, pretende demostrar, como muchos otros que se presentan en el mercado día a día que el ser humano no responde al homo economicus planteado como ser racional tomando decisiones utilitarias, sino que responde más al ser renacentista luchando batallas segundo a segundo, no por la gloria, sino por el valor inspiracional que los convierte en héroes, no por la fama en sí, sino la fama como consecuencia, no por la racionalidad de la decisión, sino por la racionalidad que puede aplicarse a una decisión tomada por un valor ético, por una creencia que acepta como deseable, aquello que la parte más superior del cerebro terminará por tomar como necesario, terminará por explicar racionalmente, pues de una u otro forma el entero sistema responde al núcleo.

Para explicar este efecto en el mercado político actual, me remito de igual forma a la teoría de Derek Sivers, cómo crear un movimiento, en combinación con el análisis estadístico del impacto de mercado y desarrollo de producto en el mercado conocido como la ley de la difusión de la innovación en virtud de la cual 2.5% de la población son innovadores, 13.5% son los seguidores tempranos, 34% mayoría primaria y el segundo 34 % la mayoría tardía y el restante 16% son renuentes arrastrados, es decir aquellos que asumen el cambio sólo porque el producto que solían adquirir ya no está disponible fácilmente, así que aceptan el nuevo.

Por lo anterior, los mercados masivos están destinados para aquellos que logran entre un 15% y un 18% de penetración en el mercado, de acuerdo con Simon Sinek, y por lo mismo, el valor inspiracional de los seguidores tempranos, determinará la temprana mayoría, y por tanto llevara el mercado a éxito conjunto por la tardía mayoría, que arrastrara nuevamente a los renuentes.

Es decir, el valor motivacional, y negociar con aquellos que comparten valores, incrementa la posibilidad de éxito, dada la simple expansión de concepto que es producto de la vehemencia con la que los seguidores tempranos toman el mensaje como propio y se convierten en parte de la cause, y por tanto en inspirados caballeros listos a batallar por aquello en lo que creen hasta transformar el mundo.

Es justo en este punto donde se abre la diferencia entre cómo innovar y cómo iniciar un movimiento, según el profesor Sivers, el elemento fundamental de un movimiento son los seguidores tempranos, de otra forma, es un simple excéntrico lanzando ideas, pero una vez adquiere su primer fan, es un movimiento, y una vez este primer fan se compromete, es un movimiento exitoso.

El mercado político, no se diferencia en mucho del mercado comercial de servicios, la mayor diferencia es que el precio es estándar, un voto un cliente, no es redimible múltiples ocasiones por vez y por tanto es un mercado con un potencial de sustitución elevado frente a un valor agregado escaso.

Las campañas políticas actuales tomaron el curso de los mercados, tras el descubrimiento que la venta de ideas es en todo caso, una venta, que hoy puede sonar extremadamente simple, pero que fue desechado durante el periodo racionalista y a la fecha sólo muestra algunos desarrollos tempranos de recuperación.

Así pues, el voto programático y los programas políticos, se mostraron como las respuestas a la inteligencia racional y el valor agregado, es decir, basar la intensión de voto en qué propone el candidato y como plantea hacerlo posible mediante un valor agregado.

Suena racional explicar la intensión de voto desde esa perspectiva, mas, no corresponde en un todo con el por qué los seres humanos actúan, lo cual explica el crecimiento estadístico del abstencionismo del mismo modo que explica la relación de popularidad.

Enunciada la misma diferencia que se expresó para la operación sistemática de mercados, en términos de generar creencia, enunciar valores y así captar a los seguidores primarios con un sentimiento profundo en procura de obtener lealtad y fidelidad a al causa, sólo me resta solicitar a los administradores, comunicadores, políticos y mercadístas, recuerden que imperios se construyeron basados en ideales, a la fecha ninguno en elementos racionales, la Utopía propuesta por Platón y posteriormente explicada por Tomás Moro, nunca ha ocurrido, mas sociedades y movimientos inspirados en meras creencias, más allá de los fatídicos resultados de las mismas, abundan.

En conclusión, seamos racionales, si deseamos resultados excepcionales, comuniquémonos excepcionalmente, es decir en términos de estructuras que respondan a la naturaleza, al actuar y a los deseos humanos.