Últimamente
he venido compartiendo los desamores de amigos y amigas, sus batallas para
encontrar la pareja perfecta (o al menos una que no duela, pique y destruya
tanto, una que no resulte en alergia o enfermedad mental), y encuentro con un
poco de risa picaresca (tipo Mona Lisa) desde la comodidad del feliz
matrimonio, que es mi deber samaritano
intervenir para acercar las partes.
Las chicas
no paran de quejarse de los chicos, ellas alegan que no se comprometen, que son
infieles, que no las entienden, quieren un chico hecho a su medida, sensible,
pasional, inteligente, aventurero, sexy, bonito , y claro, interesante ,
anotando que estos ingredientes deben estar presentes en una medida que para
cada chica es exacta y diferente.
Por otra
parte ellos, se quejan de lo mismo, de chicas malas, interesadas,
descomprometidas, infieles y egoístas.
¿Cómo es
posible que ambos lados se quejen de lo mismo?
Resulta complejo entender como dos personas pueden decir buscar lo
mismo, pero actuar en contrario.
Pues la
respuesta, debe entonces tener una raíz más profunda, y creo, dentro de la poca
humildad que me queda, que encontré una posible respuesta al debate de porqué
los hombres se quedan con las malas y las chicas se dedican a sufrir con los
peores.
Por una
parte, parece un juego de la naturaleza (otra más de esas características que
hacen divertida la comedia para los dioses romanos que nos miran desde el
Olimpo), en la que los hombres tenemos una necesidad de sentirnos héroes (que
luego se transforma en instinto paternal) y las chicas tienen por su parte el
instinto natural a re-educar a corregir (instinto maternal).
Por otro
lado, es cierto que los hombres somos dirigidos por el sexo, y ello facilita el
trabajo de las chicas malas, que son siempre dispuestas a ejecutar maniobras
que las buenas no, y que pretenden disfrutar de ciertas actividades, que les
dan el manejo de un 70% de la existencia masculina heterosexual.
Para
entender este concepto, bastaría con imaginar el efecto que tendría sobre la
economía mundial, si un país o raza pudiera manejar el agua, crear tsunamis a
voluntad, decidir sobre lluvias, ríos mares, inundaciones, en pocas palabras,
dominar el planeta para bien o para mal.
Entonces
los chicos, en eterna búsqueda del honor y el reconocimiento del heroísmo, pero
con la necesidades de combustible de: sensualidad/sexualidad y de dirección (no nos mintamos, sin las
chicas nuestras grandes ideas autodestructivas habrían sido ejecutadas).
Terminan afiliándose a la liga del mal, bajo la batuta de la “chica mala” y
bajo su mandato, como dice el adagio popular, “de culo pal’ estanco”.
Ahora bien,
las chicas tienen un componente crucial en la decisión también, ellas tienen
por naturaleza el instinto cazador (El mito del macho cazador en la naturaleza
fue destruido por documentales y el comportamiento de la mayoría de especies
donde la fémina es quien caza), que les hace aburrido la presa caída, el chico
que muere por ella, el que no representa un reto, el que no está rodeado por
otras en competencia (otro elemento de la psiquis femenina que determina su
comportamiento).
Y por eso,
el que la trata como una princesa, el que no representa un reto, no es una
buena presa, y sobre todo, no representa
una victoria.
Es
importante resaltar que ellas les gusta cazar, pero por su instinto competidor,
cazar para ganar, es decir, luchar, ganar y luego disfrutar de su victoria, y
es ahí, donde el “chico malo” se vuelve un problema, pues hay que cazarlo,
vigilarlo y continuar en la lucha; al final, la pesadilla del competidor, una
batalla sin fin y sin victoria.
Entonces es
verdad, tanto unos como otros desean lo que dicen, ellas quieren su príncipe
perfecto, que ellas corrijan a su medida (mezcla exacta de rebeldía y
aceptación;) y ellos, en busca de la bipolar, que nos trate como héroes y se
comporte como una santa en público y como el otro polo en privado.
Finalmente,
como si la situación no fuera de hecho extravagante, hay que sumarle un error
de concepto traído por las teorías de autoayuda: “exige mucho porque vales
mucho”; que no es otra cosa que una bomba directa a una posible relación, no
sólo por partir de la base que la futura o presente pareja no vale lo mismo,
sino porque olvida el verdadero centro de una relación funcional y sana, exigir
en la medida que se da, pues la relación se desarrolla entre iguales que la
desean.
Con todos
estos ingredientes caóticamente estructurados, lograr escoger una pareja, pasa
de ser arte a ser ciencia, y sobre todo pasa de escoger naturalmente a elegir
con fuente lógico-química, atándose a las complicaciones de una generación
compleja e individualista.
En todo
caso, la visión puede ser positiva, y por ello, creo que ambos géneros podríamos tratar de
comunicarnos, aceptar nuestras diferencias y llegar a acuerdos, iniciar por
decirle al otro qué queremos, y así construir parejas funcionales y dejar de
lado a los y las malas, para evitar tanto sufrimiento, que al final no produce
nada.
Creo que
puedo proponer un ejercicio simple, dejemos de pretender, y la próxima vez que
inicien una relación, de frente digan que desean, y seguro, uno y otro se
sentirán más satisfechos y no perderán el tiempo con la persona equivocada, es
notablemente más sencillo romper antes de compartir, que después del apego.
Es una cosa
interesante, se puede evitar estar “fuera de servicio” (en temas de amor), y
seguir operando sin problemas en la búsqueda
del verdadero amor y la felicidad, simplemente comentando lo que se quiere y
buscando quien quiera lo mismo, es una situación donde ganamos todos si
aceptamos que queremos y que podemos dar.
Hoy los
invito a reconocernos, a comunicarnos, a romper el miedo al rechazo, a
confrontar a los demás y así con puentes de honestidad y reconocimiento de deseos
y qué limites, vincularnos con gente buena y salir de la crisis de las
relaciones para, como equipos, enfrentar a ganar los nuevos retos sociales.
*Todas las imágenes contenidas, son producto de
búsquedas en linea y no me pertenecen, su único objeto es ilustrar el articulo
y no tengo derecho sobre ellas (disponibles en búsqueda de imágenes google).
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