viernes, 13 de abril de 2012

Por qué elegimos la pareja equivocada, y qué hacer para cambiar ese mal habito. Manual rápido para no quedar “temporalmente fuera de servicio” por un bug en el esquema sentimental.


Últimamente he venido compartiendo los desamores de amigos y amigas, sus batallas para encontrar la pareja perfecta (o al menos una que no duela, pique y destruya tanto, una que no resulte en alergia o enfermedad mental), y encuentro con un poco de risa picaresca (tipo Mona Lisa) desde la comodidad del feliz matrimonio,  que es mi deber samaritano intervenir para acercar las partes.
Las chicas no paran de quejarse de los chicos, ellas alegan que no se comprometen, que son infieles, que no las entienden, quieren un chico hecho a su medida, sensible, pasional, inteligente, aventurero, sexy, bonito , y claro, interesante , anotando que estos ingredientes deben estar presentes en una medida que para cada chica es exacta y diferente.
Por otra parte ellos, se quejan de lo mismo, de chicas malas, interesadas, descomprometidas, infieles y egoístas.
¿Cómo es posible que ambos lados se quejen de lo mismo?  Resulta complejo entender como dos personas pueden decir buscar lo mismo, pero actuar en contrario.
Pues la respuesta, debe entonces tener una raíz más profunda, y creo, dentro de la poca humildad que me queda, que encontré una posible respuesta al debate de porqué los hombres se quedan con las malas y las chicas se dedican a sufrir con los peores.
Por una parte, parece un juego de la naturaleza (otra más de esas características que hacen divertida la comedia para los dioses romanos que nos miran desde el Olimpo), en la que los hombres tenemos una necesidad de sentirnos héroes (que luego se transforma en instinto paternal) y las chicas tienen por su parte el instinto natural a re-educar a corregir (instinto maternal).
Por otro lado, es cierto que los hombres somos dirigidos por el sexo, y ello facilita el trabajo de las chicas malas, que son siempre dispuestas a ejecutar maniobras que las buenas no, y que pretenden disfrutar de ciertas actividades, que les dan el manejo de un 70% de la existencia masculina heterosexual.
Para entender este concepto, bastaría con imaginar el efecto que tendría sobre la economía mundial, si un país o raza pudiera manejar el agua, crear tsunamis a voluntad, decidir sobre lluvias, ríos mares, inundaciones, en pocas palabras, dominar el planeta para bien o para mal.
Entonces los chicos, en eterna búsqueda del honor y el reconocimiento del heroísmo, pero con la necesidades de combustible de: sensualidad/sexualidad  y de dirección (no nos mintamos, sin las chicas nuestras grandes ideas autodestructivas habrían sido ejecutadas). Terminan afiliándose a la liga del mal, bajo la batuta de la “chica mala” y bajo su mandato, como dice el adagio popular, “de culo pal’ estanco”.
Ahora bien, las chicas tienen un componente crucial en la decisión también, ellas tienen por naturaleza el instinto cazador (El mito del macho cazador en la naturaleza fue destruido por documentales y el comportamiento de la mayoría de especies donde la fémina es quien caza), que les hace aburrido la presa caída, el chico que muere por ella, el que no representa un reto, el que no está rodeado por otras en competencia (otro elemento de la psiquis femenina que determina su comportamiento).
Y por eso, el que la trata como una princesa, el que no representa un reto, no es una buena presa, y  sobre todo, no representa una victoria.
Es importante resaltar que ellas les gusta cazar, pero por su instinto competidor, cazar para ganar, es decir, luchar, ganar y luego disfrutar de su victoria, y es ahí, donde el “chico malo” se vuelve un problema, pues hay que cazarlo, vigilarlo y continuar en la lucha; al final, la pesadilla del competidor, una batalla sin fin y sin victoria.
Entonces es verdad, tanto unos como otros desean lo que dicen, ellas quieren su príncipe perfecto, que ellas corrijan a su medida (mezcla exacta de rebeldía y aceptación;) y ellos, en busca de la bipolar, que nos trate como héroes y se comporte como una santa en público y como el otro polo en privado.
Finalmente, como si la situación no fuera de hecho extravagante, hay que sumarle un error de concepto traído por las teorías de autoayuda: “exige mucho porque vales mucho”; que no es otra cosa que una bomba directa a una posible relación, no sólo por partir de la base que la futura o presente pareja no vale lo mismo, sino porque olvida el verdadero centro de una relación funcional y sana, exigir en la medida que se da, pues la relación se desarrolla entre iguales que la desean.
Con todos estos ingredientes caóticamente estructurados, lograr escoger una pareja, pasa de ser arte a ser ciencia, y sobre todo pasa de escoger naturalmente a elegir con fuente lógico-química, atándose a las complicaciones de una generación compleja e individualista.
En todo caso, la visión puede ser positiva, y por ello,  creo que ambos géneros podríamos tratar de comunicarnos, aceptar nuestras diferencias y llegar a acuerdos, iniciar por decirle al otro qué queremos, y así construir parejas funcionales y dejar de lado a los y las malas, para evitar tanto sufrimiento, que al final no produce nada.
Creo que puedo proponer un ejercicio simple, dejemos de pretender, y la próxima vez que inicien una relación, de frente digan que desean, y seguro, uno y otro se sentirán más satisfechos y no perderán el tiempo con la persona equivocada, es notablemente más sencillo romper antes de compartir, que después del apego.
Es una cosa interesante, se puede evitar estar “fuera de servicio” (en temas de amor), y seguir operando sin problemas  en la búsqueda del verdadero amor y la felicidad, simplemente comentando lo que se quiere y buscando quien quiera lo mismo, es una situación donde ganamos todos si aceptamos que queremos y que podemos dar.
Hoy los invito a reconocernos, a comunicarnos, a romper el miedo al rechazo, a confrontar a los demás y así con puentes de honestidad y reconocimiento de deseos y qué limites, vincularnos con gente buena y salir de la crisis de las relaciones para, como equipos, enfrentar a ganar los nuevos retos sociales.
*Todas las imágenes contenidas, son producto de búsquedas en linea y no me pertenecen, su único objeto es ilustrar el articulo y no tengo derecho sobre ellas (disponibles en búsqueda de imágenes google).

1 comentario:

  1. por eso las buenas relaciones se encuentran en la madurez... donde ya estamos cansadas de cazar al malo y queremos que nos consientan. besos jj

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